HISTORIAS DE PROVIDENCIA

Anclajes extras para techos de la isla

07 de Septiembre de 2022

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El cabo primero Gustavo Ballestas, comandante del equipo de construcciones navales de la Armada de Colombia, llegó a Providencia el 12 de diciembre de 2020, casi un mes después del huracán. Hacía parte de la segunda fase de hombres que arribaron a la isla para ayudar con la reconstrucción.

“La Armada Nacional, desde el primer día, luego del paso del huracán Iota, envió a un equipo de gestión de riesgos que ayudó a despejar las vías y a quitar los escombros, fui uno de los que llegó con construcciones navales; así empezamos con instalaciones de carpulines, que eran lonas para evitar que la gente se mojara”, explica el cabo. En ese primer mes el clima aún no se recuperaba del paso del Iota, “quedó loco, llovía demasiado en poco tiempo. Desde que llegamos y pusimos el pie en Providencia, fue literalmente trabajar, porque la gente estaba sufriendo, y nuestro trabajo no era una ayuda, era una necesidad”, cuenta Ballestas, cuya prioridad era cubrir las casas que quedaron en pie, de la mejor manera, para que no se terminaran de mojar los enseres y muebles que las personas habían podido rescatar.

El cabo Ballestas instaló anclajes extras en los techos
El cabo Ballestas instaló anclajes extras en los techos 

El 24 de diciembre de 2020 comenzaron a llegar las láminas para los techos. No obstante, las cubiertas eran temporales porque aún no se contaba con el material final para realizar el trabajo. “Trabajamos 24, 25 y 31 de corrido para que las personas tuvieran techo, primero solo con martillo, luchando contra las goteras”, recuerda el cabo. El relacionamiento con la comunidad no fue amable todo el tiempo, el hecho de haber pasado por una situación traumática hizo que el recibimiento fuera agridulce.

“La mayoría de la población estaba muy contenta y agradecida; otros, por las circunstancias, eran apáticos con la tropa, pero en la medida en que vieron cómo avanzaba el trabajo, de 6 a.m. hasta la noche, comenzaron a tomarnos más aprecio”, asegura Ballestas. Para marzo de 2021 comenzaron la instalación de techos con las herramientas y materiales definitivos, se arreglaron los temporales y se instalaron nuevos, de la forma más segura posible. “Los anclajes dan una garantía sobre ventarrones y brisas fuertes; además, yo trabajo con un triángulo de madera que da más resistencia y se suma a los anclajes”, explica. El personal de la Policía y la Armada recibieron cursos de alturas con el Sena, y de instalación de tejas y tornillos con la empresa Ajover, que luego se fortalecieron con las técnicas raizales.

“Trabajamos con dos raizales, al inicio hubo un choque porque ellos tenían un estilo de trabajo y nosotros otro, pero luego nos reunimos con el Sena y Ajover y unimos criterios. Todas las correcciones eran bienvenidas, hasta que llegó el momento en el que hacíamos las cosas antes de recibir la orden, fue un aprendizaje total”, cuenta con una sonrisa.

El cabo Ballestas tuvo que salir de la isla durante un tiempo, por ello cuando volvió realmente se sintió sorprendido. “Pasé seis meses en Corozal y cuando volví a la isla vi la diferencia, la primera vez que llegué encontré todo de cabeza. Después de ver el antes y después, el cambio es obvio”, afirma.

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