Casos de exito

Sembrar en medio del desierto

28 de Septiembre de 2023

FacebookTwitter

Potencializar las prácticas de cultivo, el mantenimiento y la cosecha de productos tradicionales fue la apuesta que hizo la comunidad Yamana para asegurar su soberanía alimentaria.

 

Recuperar y fortalecer las prácticas ancestrales sobre agricultura, que han sido transmitidas de generación en generación, por la comunidad indígena Wayuu, fue el objetivo principal del proyecto “Sembrando en Nuestro Territorio” (Wapünajüin Sulu´u Wounmain), ubicado en Uribia (La Guajira).

 

Cinco comunidades se postularon a la convocatoria del Programa Fondo para el Buen Vivir del Ministerio del Interior, y decidieron apostarle al proyecto para rescatar una tierra que durante mucho tiempo estuvo abandonada y en el olvido.

 

 Ahora, gracias a la asistencia técnica y supervisión de la Banca de Desarrollo Territorial, Findeter, algunos cultivos tradicionales de la región como: frijol guajiro, maíz cariaco, patilla, melón y ahuyama tienen una segunda oportunidad.

 

“Nosotros aportamos la mano de obra, desde retirar la maleza, sembrar la semilla, regar las plantas, instalar el alambrado para las huertas, hasta recolectar la cosecha”, señala Jareena Pérez Fajardo, representante legal de la Organización Indígena de la Guajira Yanama.

 

Toda la comunidad participó activamente en el proyecto, fue un trabajo en equipo, el cabildo asegura que fue un gana-gana, porque la colectividad no cambió la forma en la que venían cultivando, sino que, por el contrario, se complementaron los saberes ancestrales con nuevas técnicas.

 

La capacitación a través de los talleres, por parte de un equipo de expertos, fue fundamental durante todo el proceso, para que el colectivo se sintiera participe de un proyecto en común. 

 

Miembros de la comunidad Yamana

La comunidad Yamana aprendió sobre nuevas técnicas de cultivo y manejo del agua para los riegos de la siembra. 

 

 

Sin embargo, para los agrónomos y la comunidad fue todo un desafío, porque las condiciones del terreno no son las más favorables para la agricultura, ya que es una zona muy árida con precipitaciones escasas, que tan solo alcanzan los 300 mililitros al año. 

 

En ese sentido, se buscó adaptar las características del proyecto a las condiciones del terreno, y en los talleres se hizo una reflexión con la comunidad, ligando el proceso cultural wayuu con la actividad agrícola.

 

“Implementamos los bancos de semilla que antes no existían, enseñamos sobre la importancia del uso de abonos orgánicos, los nuevos sistemas de riegos y de cómo prevenir el control de plagas”, señala Federico Álvarez, Ingeniero Agrónomo del proyecto.

 

En esto también coincide Mireya Barros, Autoridad Tradicional de la Comunidad Kalerruwo, quien aseguró que luego de la capacitación, perfeccionaron sus técnicas, en el manejo del agua, ya que es un recurso muy escaso en la región, y en el uso adecuado del abono orgánico en los cultivos para que puedan dar frutos.

 

Adicionalmente, el programa además de haberse concebido como una estrategia de autoconsumo para recuperar su soberanía alimentaria, se pensó como una práctica que permitiera generar recursos adicionales para cubrir necesidades puntuales de la región. 

 

“Los ingresos recibidos por la venta de los productos los invertimos en la reparación de los techos de una escuela que se habían roto, compramos mercado, aportamos para los gastos de un velorio comunitario, etc”, señala Pérez.

 

Según la tradición del pueblo Wayuu, en el ejercicio de la siembra (Yüjaa), se fortalece la cultura y el saber ancestral del colectivo. Mientras, que en la preparación y cosecha de la tierra se transmite información que perpetúa la razón de vida del ser Wayuu, por ello, la agricultura se erige como bastión primordial en la cultura de las comunidades.